jueves, 30 de septiembre de 2010

GLOBALIZACIÓN Y NEOLIBERALISMO: UN RETO PARA AMÉRICA LATINA

Cuando hablamos de términos como globalización o neoliberalismo debemos iniciar siempre con una reflexión al respecto, como por ejemplo entender que la globalización obedece a principios de geopolítica (expansión con intereses netamente económicos), y como sabemos está estrechamente ligada al neoliberalismo (no confundir con liberalismo salvaje).

La globalización sobrepasa las fronteras nacionales, nos habla como bien manifiesta Chomsky de la integración internacional e integración económica de los mercados y por ende de las actores dentro de estos (los actores son los individuos que mueven estos mercados) sin embargo son los grandes capitales los que promueven este tipo de relación, en estos últimos tiempos hemos podido observar que son las multinacionales o transnacionales las que han sobrepasado todas las fronteras y han logrado dinamizar las economías de todos los países en especial de los países en vías de desarrollo que aún no logran explotar con eficiencia y eficacia sus recursos naturales y su potencial humano.

Es importante que hablar de GLOBALIZACIÓN y NEOLIBERALISMO siempre dependerá de que enfoque o punto de vista o tendencia tengamos al respecto, para algunos autores puede considerarse como la actual base del desarrollo económico de los países y claro el adecuar las reglas económicas de cada país para estar preparados y aprovechar la oportunidad que nos presenta ya sea de manera individual como país o de manera colectiva como actualmente hace la Unión Europea, al hablar de adecuar reglas podríamos citar los tratados de libres comercio entre países con la finalidad de ser más competitivos al enfrentar y negociar con otros mercados.
Para otros autores la globalización significa entregarnos al capitalismo y aceptar absolutamente todas las condiciones que los grandes capitales nos impongan siendo esto perjudicial para los países, debido a que las brechas en la distribución de la riqueza.
Sin embargo un punto donde todos concuerdan es que la globalización mueve de manera más rápida el conocimiento y la tecnología antes sólo reservada para los países desarrollados, los medios de comunicación si se han visto favorecidos con el avance tecnológico.
En cuanto al impacto en América Latina y en especial el Perú, sus resultados todavía podremos observarlos en un mediano plazo, aunque las perspectivas y los augurios son los mejores en esta primera etapa, es importante ir siempre con cautela pues la base del desarrollo político y  social de todo país está en la economía y es allí donde justamente incide actualmente la globalización aliada estrechamente al neoliberalismo.
Bienvenida la modernidad, la tecnología y el desarrollo, pero esto siempre debe estar encaminado a mejorar las condiciones de vida de las personas y reducir las brechas entre los niveles, dicho de otra manera reducir los niveles de desigualdad aún existentes, preservando el medio ambiente y el respeto a las instituciones nacionales.

Nuestro Reto como América Latina y como país está en conciliar los intereses del proceso de globalización con los intereses de la población, la satisfacción de las necesidades y la reducción de su insatisfacción, preparar el camino es elevar nuestro potencial (fortalezas) y nuestras capacidades con la finalidad de aprovechar las oportunidades que nos presenta el actual contexto mundial.

miércoles, 18 de agosto de 2010

AMÉRICA LATINA SEGÚN REGIONES EN EL SIGLO XIX: MIGRACIÓN, MOVILIZACIÓN SOCIAL, ARTE Y CULTURA

Migraciones en América Latina
El desplazamiento poblacional es un acontecimiento constante en la Historia de la humanidad, desde los primeros hombres que llegan a estas tierras americanas, pasando luego por el proceso de conquista que movilizó a poblaciones europeas y africanas, quienes se mezclaron con la población nativa dando origen a una identidad y cultura mestiza que caracterizará a nuestra América. Posteriormente, en los siglos XIX y XX tendremos una nueva oleada migratoria de poblaciones europeas (italianos, portugueses, alemanes) y asiáticas (chinos y japoneses) que aportaran nuevos elementos culturales, dando origen a nuevas mezclas; de tal manera que nuestro continente será una síntesis de las culturas de todo el mundo).
El siglo XIX significó para América Latina un tiempo de cambios políticos, económicos y sociales, es en este contexto que podemos señalar las características que presenta la migración y movilización social en algunas regiones de América.
El presente artículo es un resumen de la investigación realizada sobre “Inmigración y movimientos obreros en América Latina (1850 – 1930)”, por Ceol, Natalia; Madoz, Nidia; Dotti, Juan; Labrador, entre otros autores.
En México
No hubo una inmigración masiva como si se produjo en otros países latinoamericanos, debido a la situación convulsionada que vivía el país y a que no se daba el problema de escasez de mano de obra.
En las dos décadas finales del siglo XIX hubo intentos por atraer inmigrantes con la finalidad de asegurar la frontera norte y lograr frenar el avance norteamericano sobre tierras mexicanas. Pero las colonias de inmigrantes italianos fundadas en 1881 resultaron ser un fracaso y se terminó empleando mano de obra mexicana para la producción agrícola.
En cuanto al proletariado industrial, recién aparece en forma considerable en el siglo XX y no ocuparon un lugar central en la economía sino hasta 1930
Los primeros intentos colectivos de defensa por parte de los trabajadores artesanos consistieron en la conformación de mutualidades, que aparecen a mediados del siglo XIX, pero en México la división entre los numerosos pequeños propietarios-productores, por un lado, y los trabajadores-asalariados, por el otro, continuaron siendo bastante imprecisas como para permitir una organización común de trabajadores.
En 1870 aparece el Gran Círculo de los Obreros a modo de coordinadora nacional de las diversas organizaciones que existían. Esta organización en principio fue dominada por anarquistas, pero luego comenzó a recibir subvenciones del gobierno y pronto las disidencias aparecieron para terminar anulando la función inicial del movimiento. Así en 1888 el movimiento se desintegró. El sindicalismo volverá a tener presencia en la vida política mexicana en las primeras décadas del siglo XX

En Brasil
La Historia económica del Brasil está ligada principalmente al monocultivo es decir a la producción cafetera que amplio la frontera agrícola y condujo a que los capitales se concentraran en muy pocas manos. Los grupos mas importantes fueron los hacendados del café de San Pablo y de los ganaderos de Minas Gerais.
En el siglo XIX la economía agrícola brasilera posee más tierras disponibles que mano de obra y capitales. En ese esfuerzo por explotar esas inmensas tierras, los latifundistas deben recurrir al trabajo semi asalariado de inmigrantes (en su mayoría italianos) que, pese a su gran afluencia (casi dos millones llegan en 1914), resultan escasos para modos de cultivos que no sigan siendo extensivos. También se recurrió al empleo de mano de obra esclava, provenientes de las antiguas plantaciones azucareras y de los centros mineros, quienes se concentraron ahora en los latifundios cafetaleros principalmente en el centro sur del país.
La escasez de mano de obra fomentó la inmigración europea (portugueses, italianos, españoles, alemanes). “Los inmigrantes se incorporaron al circuito productivo como asalariados o arrendatarios. Poco a poco se fue desarrollando así una clase de pequeños y medianos propietarios, de arrendatarios y asalariados que posteriormente representaría un sector muy importante política y económicamente, dado que conformaría la base de un mercado interno relativamente importante en Brasil” que tuvo como centros principales las ciudades de San Pablo y Río de Janeiro. Fueron también los centros urbanos donde se desarrollaron las primeras actividades manufactureras que surgieron sobre la base de la acumulación realizada por los sectores exportadores. Como así también fueron los que vieron surgir los primeros movimientos obreros.
“Unos de los mayores obstáculos de la clase trabajadora latinoamericana fue su diversa composición étnica. Las inmigrantes europeos formaban una mayoría entre los trabajadores. Esto hizo que en muchas oportunidades fueran vulnerables a ciertas formas de represión como la Liga Nacionalista que en Brasil como en otros estados latinoamericanos se organizaron contra la supuesta subversión extranjera”

En Chile
A comienzos de la década de 1870 la población chilena se duplica pasando de un millón.
La economía se caracterizaba por un modesto crecimiento basado en la exportación de productos primarios procedentes de la tierra y de la minería. La mano de obra que requería esta última actividad no necesitaba ser abundante lo cual estimulaba movimientos regionales de población.
Dentro de la clase trabajadora chilena, la composición étnica predominante era la española, ingresando inmigrantes chinos para trabajar en las minas de nitrato ubicadas en el norte del país.
En general la inmigración fue producto de movimientos de re-migración donde los inmigrantes probaban suerte en un país y luego si esta les era desfavorable se trasladaban a otro.
La sociedad chilena era eminentemente rural. Una aristocracia terrateniente blanca regía la vida nacional en todos los aspectos; mientras que un campesinado analfabeto, mayoritariamente mestizo, obedecía los designios del grupo dominante.
Los mineros de nitrato lograron crear la unidad y la practica militante que a menudo caracterizaban a las comunidades mineras bastante aisladas y fueron estas organizaciones políticas y económicas de los mineros y no la de artesanos de los pequeños talleres de Santiago, los que darían forma al movimiento obrero chileno.

En Argentina
Las crecientes demandas de productos primarios por parte de los países europeos, llevo a los gobiernos del período 1862 – 1880 a hacer frente a una serie de problemáticas tales como: la escasez de mano de obra para dichas actividades; la incorporación de nuevas tierras para la producción; la necesidad de infraestructura para facilitar la circulación de bienes y personas, etc.
El crecimiento agrícola requería de un mayor número de trabajadores que Argentina no poseía. Ante esta problemática el Estado implementó programas para atraer a gran cantidad de inmigrantes. Entre 1870 y 1914 llegaron al país alrededor de seis millones de extranjeros, pero solo el 50% se radicó definitivamente en el país. Recibieron tierras y subsidios logrando muchos de ellos transformarse en colonos agrícolas o fueron arrendatarios o peones de los latifundistas.
Los italianos constituían el grupo de inmigrantes más numerosos. Entre 1860 y 1900 representaron más de la mitad del total de inmigrantes, escoltados por los españoles, quienes en 1911 ampliaron notablemente su llegada al país. Esta afluencia masiva de inmigrantes desencadenó un aumento progresivo de la población argentina. La mayor parte de esta población se concentró en las ciudades debido a las dificultades para acceder a la propiedad de la tierra.
La clase trabajadora contenía un amplio número de inmigrantes. Algunos de ellos habían adquirido experiencia política y habían desempeñado un papel activo en los movimientos obreros de sus países natales.
En realidad el movimiento obrero más fuerte había surgido ya en Argentina en el decenio de 1880 bajo la influencia de anarquistas y socialistas. Pero enfrentamientos entre estas fracciones internas y la grave crisis político- económica de 1890 motivaron el derrumbamiento de muchos sindicatos. Sin embargo en 1896 se fundará el Partido Socialista.

En Cuba y Centro América
Al terminar la trata de esclavos transatlántica en Cuba en 1865-1866, se recurrió a corto plazo a mano de obra china y a la importación de peones, supuestamente bajo contrato pero, en realidad, empleando la coerción y dándoles poca libertad de acción.
Entre 1853 y 1874, llegaron a La Habana 124.000 chinos lo que hizo que el 3% de la población cubana fuera de origen chino. Alrededor de 6000.000 personas se afincaron en Cuba, siendo los españoles los que superaron ampliamente en numero a todos los demás.
En La Habana, los ex esclavos nacidos en África y sus descendientes constituían una parte importante de la clase trabajadora.
En Panamá, la construcción del canal y el incremento del trafico marítimo, junto con las plantaciones de plátanos, atrajeron asimismo inmigrantes. Tanto empresarios como legisladores aprobaban la llegada de extranjeros ya que si la mano de obra hubiera continuado siendo escasa los salarios se habrían puesto por las nubes.
En América Central y los países andinos no se dio una afluencia masiva de europeos, los que se trasladaron a estas regiones no se integraron en la sociedad por los estratos inferiores sino por los superiores. Los que entraban en la sociedad por el nivel más bajo eran los asiáticos.
En América Central los movimientos de la clase obrera trabajadora fueron generalmente débiles y fragmentarios antes de la primera guerra mundial. La Iglesia católica se esforzó mucho por contrarrestar el crecimiento de los movimientos revolucionarios o incluso reformistas entre los trabajadores.

En Perú
Con respecto a la inmigración, Perú fue uno de los países que menor cantidad de inmigrantes recibió en comparación otros países latinoamericanos. En el período comprendido entre 1859 y 1874 ingresaron al país 87.000 extranjeros, todos ellos de nacionalidad china, destinados a las plantaciones de caña de azúcar en el norte y a las producciones guaneras del sur. En 1876, el 2% de la población era de origen chino.
En mínima proporción arribaron también colonos suizos y alemanes como consecuencia de la puesta en marcha de programas de colonización agrícola.
La escasa inmigración motivó muy pocos movimientos obreros, que tuvieron un mínimo accionar durante el siglo XIX. De ellos el más importante fue el iniciado por el Círculo de Obreros Católicos (de orientación sindicalista), en Arequipa en 1896, movimiento que fue ampliamente respaldado por la Iglesia que ante la pérdida de influencia entre los sectores privilegiados comenzó a buscar apoyo entre los indios, los cholos de la sierra y los trabajadores urbanos.

En conclusión:
• En los decenios de 1870 - 1880 empezó la emigración masiva de europeos a América Latina, la causa principal de expatriación era de índole económica. América Latina ofrecía en varios campos condiciones excepcionales justamente en el momento en que en Europa la agricultura del sur y el este se encontraba en crisis.
• Inmigración masiva solo se dio en algunas tierras atlánticas: Argentina, Uruguay y Brasil central y meridional. En el resto de América Latina, ni la expansión de la población global ni el crecimiento de las ciudades se apoyaron de modo numéricamente importante en los aportes inmigratorios.
• En general, en los países andinos no se dio una afluencia masiva de europeos y los que llegaron se integraron a los niveles más altos de la sociedad, como por ejemplo, los banqueros en Perú.
• La composición étnica del sector inmigrante era heterogénea en los distintos países estudiados como así también las influencias ideológicas de las que venían imbuidos
• La influencia de las corrientes anarcosindicalistas, traídas por los inmigrantes, condujeron a los obreros a adoptar la huelga como un medio homogéneo de protesta
La Identidad cultural en el siglo XIX:
Como se mencionó al comienzo de este artículo la identidad cultural en América Latina es mestiza, producto de la incorporación de otras culturas (Europeas, Asiáticas y Africanas ) que llegan a fusionarse con la cultura andina.
En el siglo XIX sin embargo la identidad cultural recién se va forjando al tomar conciencia de que somos distintos, y sobre esas diferencias es que nacerán las nacionalidades.
El nacionalismo latinoamericano fue concebido y actuado desde una perspectiva euro céntrica de estado-nación y nacionalismo, como una lealtad a una identidad establecida o asumida por los beneficiarios de la Colonialidad del poder, al margen y no pocas veces en contra de los intereses de los explotados/dominados en la colonial y en las nacientes repúblicas.
En el siglo XIX pueden distinguirse 2 posiciones en relación a la Identidad cultural:
• Los que lamentan la herencia andina: como el caso del argentino Domingo Faustino Sarmiento, quien conoce la diferencia de la que somos portadores, pero lamenta que exista porque considera que “nos condena al atraso, al oscurantismo, a la muerte. Identifica a los indios y a los negros con la indolencia, con el pasado colonial que quería dejarse atrás lo antes posible para poder incorporarse a las filas de las naciones progresistas, pujantes, brillantes”.
• Los que valoran esta herencia mestiza como el caso de José Martí, quien siente orgullo de ser lo que somos: “herederos de los mayas pero también de los griegos; es decir, doble, triplemente ricos porque podemos reivindicarnos herederos de la cultura occidental, ser una expresión particular de ella y, al mismo tiempo, continuación de las culturas ancestrales que poblaron a Nuestra América. Y, más aún, forjadores de una cultura en la que se incrusta poderosamente el tronco africano que le da ritmo, dioses y color.”
Creo finalmente que estas dos posiciones corresponden a una etapa de construcción de la identidad, un apego por lo Europeo, por una cultura occidental vista desde aquí como exitosa, y sin embargo con una herencia cultural autóctona igualmente valiosa, pero que el componente racial de quienes la forjaron y la situación de explotación y marginación a la que fueron sometidos durante la colonia, no permitieron reivindicarla, ni ponerla en el sitial que le corresponde. Será el siglo XX que complete esta tarea pendiente de recoger ya no solo la herencia andina sino también de todos aquellos emigrantes que llegaron a América y realizaron una fusión de elementos culturales, artísticos, astronómicos, tecnológicos y de idiomas y costumbres que hoy nos llena de orgullo exhibir ante el mundo.